Santa María, Madre de Dios

Mi corazón es tan pequeño y pobre, sabe amar tan poco… pero no me desanlentaré por esto teniendo el Corazón de María que es mi suplemento, nadie mejor que este Corazón de Madre Dios y de los hombres sabe amar a Jesús. Ella me enseñará a amarle comunicando al mío, duro y frío, sus ardientes latidos. Teniendo una Madre como la nuestra, tan dulce y bondadosa, no nos apuraremos jamás por muy miserables que nos encontremos.

Sor Consuelo

Sor Consuelo era especialmente devota de María y agradecía tanto a Dios esa bendita devoción. Cuando la Iglesia venera la humanidad de Cristo, ve en María esa humanidad, de quien la recibió. Ella representa la imagen del a todo el género humano, es la imagen del hombre perfectamente redimido por Cristo. Quien quiera conocer cuál es el efecto de la redención, que mire a María, la llena de gracia.

María es la puerta del Cielo. Cuando te encuentres mal, incluso miserable como decía Sor Consuelo, siempre te dará su consuelo, te ayudará y de su mano te volverá a llevar a Cristo. Siempre. Acude a ella.

Hoy celebramos el día de Santa María, Madre de Dios (y también madre de los hombres y la Iglesia. Una Madre sencilla para un Dios sencillo.

¿Le hacemos un sencillo regalo hoy?

¿Qué tal si hoy le decimos algo bonito o le rezamos alguna de estas oraciones, ¡le encantará oírte!

Avemaría

Dios te salve María

Llena eres de gracia

El Señor está contigo

Bendita tú eres entre todas las mujeres

Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús

Santa María

Madre de Dios

Ruega por nosotros pecadores

Ahora y en la hora de nuestra muerte

Magnificat

Proclama mi alma la grandeza del Señor

Se alegra mi espíritu en Dios

Dios, mi salvador

Porque ha mirado la humildad de su esclava

Porque el poderoso ha hecho obras grandes en mí

Desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones

Y su nombre es santo

Y su misericordia llega a los fieles de generación en generación

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes

A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos; auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia

Como había prometido a nuestros padres, a Abraham y su descendencia por siempre

Salve Regina

Dios te Salve

Reina

Madre de misericordia

Vida

Dulzura y esperanza nuestra, salve

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva

A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas

Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos

Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre

¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!


Fuentes:

Špidlík, T. (2014). La Madre de Dios. Ciudad Nueva.

González de la Aleja, R. (2006). Quiero ser santa. El camino espiritual de la venerable Consuelo Utrilla Lozano, Monja Mínima de Daimiel. EDIBESA.

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