Quiero ser santa y una santa joven

A los 17 años Consuelo demuestra un impetuoso deseo por alcanzar la santidad lo antes posible. El amor a Dios y su constante empeño por lograrlo fueron forjando en ella un espíritu recio y decidido. Escribirá al padre Marcial, su director espiritual:

Yo no quiero esto o aquello, sino lo que sea más del gusto de Jesús, lo que sirva para darle más gloria y hacerme más santa más deprisa.

Sor Consuelo

A medida que crecía en edad, se desarrollaba en ella ese algo que la caracterizaba, sin ruidos ni apariencias extrañas, en la más absoluta sencillez. Ante los demás aparece como una joven moderna, desenvuelta, culta. Para quien la conocía más de cerca, Consuelo mostraba signos de madurez espiritual.

Destaca en ella un amor especial por la Eucaristía y su atención al prójimo. Dios puso en ella un deseo patente de santidad que poco a poco va impregnando toda su vida. Cuando tomaba una decisión la cumplía y aquella determinación era fundamental en su vida.

La belleza y la juventud han de ser para el Señor.

Sor Consuelo

Consuelo se sintió impulsada a encontrarse con en Amor Divino consagrándose en la Orden de las Monjas Mínimas, pero a su familia le pareció una locura por el gran rigor de esta Orden y trataron de disuadirla de que no eligiese la clausura, que eligiese otra Orden de Reglas más benignas.

No os canséis de buscando paliativos, he decidido consagrarme a Dios y así ha de ser, del todo o nada.

Sor Consuelo

Ante la negativa de su padre, Consuelo tuvo que esperar para poder realizar su vocación. Durante este periodo intensificó su vida cristiana y alcanzó más ardientes deseos de dedicarse sólo a Dios:

¿Y que es lo que le voy a dar al Señor? ¿la vejez que nadie quiere y las arrugas? De ninguna manera, quiero ser santa y una santa joven, no me conformaré con ir despacio; he de ir deprisa por el camino de la perfección.

Sor Consuelo

¡Estoy decidida!
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