Jueves Santo 2024. “No se turbe vuestro corazón…»

Nos adentramos en el Misterio de la pasión-muerte y resurrección del Señor, con el Jueves Santo, donde Jesús, nos dio un mandamiento nuevo: amaos unos a otros como Yo os he amado. Es una llamada a amar a todos. Cuánto más a las hermanas con las que convivimos en fraternidad. Debemos estar agradecidas a Dios por este inmenso don. Somos transmisoras ante el mundo de su sacramento de amor y de unidad. Puede que no siempre nos resulte fácil, pero, conscientes de ello, debemos hacerlo vida, porque, para eso, Dios nos ha llamado y nos ha colocado en una comunidad concreta, que no hemos buscado, sino que se nos ha regalado.

Mañana, contemplaremos a Jesús, que va a llevar al culmen su entrega al Padre, la misión que recibió. Jesús en Getsemaní nos revela el secreto de su fuerza: su oración y confianza en el Padre. ¡Ese fue el secreto de la fuerza de Jesús en la Cruz!. Una fuerza que transforma nuestra vida: el poder de la oración y de la entrega. Jesús oraba al Padre, por ti y por mí, imploraba por nuestra salvación, y pidió al Padre, para que le sostuviera. Como el siervo de Isaías, que estos días hemos contemplado, al que Dios endureció el rostro, para recibir los ultrajes y salivazos, para poder decir a los demás una palabra de aliento. Es el camino, que nos marca a los que ahora le seguimos. Jesús, oró y veló en Getsemaní, para enseñarnos y vestirnos de su humildad, para enseñarnos el camino. Y Él venció la muerte y el pecado. Él siempre fiel, a pesar de nuestros tropiezos y nuestras caídas. No olvidemos que sólo Él nos levanta y recordemos sus palabras de aliento: Que no se turbe vuestro corazón, ni se acobarde…

Misterio que nos desborda, que no entendemos y que no debe nunca apartarse de nuestra mente y corazón.

Cuántas almas necesitan que nos mantengamos firmes y fuertes en este seguimiento, porque se sienten desfallecer y caen… también nosotras, caemos, pero sabemos que Jesús nos sostiene y nos ofrece su mano para levantarnos.

Que no se turbe nuestro corazón, cuando nos parezca que algo no va bien… recordemos la mirada de Jesús, siempre fija en el Padre, llena de bondad y misericordia… Ante esa mirada, ¿dónde quedan nuestras miradas? La clave siempre está en Jesús.

Pidamos en estos días santos, para que Dios nos conceda la gracia de la fidelidad al camino que Jesús nos ha mostrado. Y confiemos. Hágase siempre la voluntad del Padre, y que El nos conceda configurar nuestra vida con su voluntad, que se va haciendo presente en el acontecer diario. Miremos el mundo con la mirada de Jesús. Miremos a las hermanas con la mirada de Jesús. Sólo así, seremos y haremos una comunidad, bendecida por el Padre, que se complace en el Hijo, vivo y presente en cada una de nosotras.

Que vivamos estos días santos con intensidad y nos dejemos invadir por el Amor de Dios que entrega al Hijo para nuestra salvación. Y que la Noche de Pascua podamos gritar para el mundo: feliz la culpa que mereció tal Redentor.

Que nuestro Santo Padre y Fundador, Francisco, nos ayude en esta hermosa y gran tarea al servicio de la Iglesia, para gloria del Padre.

Sor Rocío de Jesús, Correctora

Compartir:

Deja un comentario