Crónica del día 6 de diciembre de 2025
Con el corazón lleno de gratitud queremos expresar el gozo que ha sido para nosotras la celebración del I Centenario del nacimiento de nuestra querida hermana, la Venerable sor Consuelo Utrilla Lozano del Inmaculado Corazón de María.
Una vez más la iglesia de las Mínimas, como familiarmente dicen en Daimiel, se vistió de fiesta en la mañana del 6 de diciembre, para alabar, bendecir y proclamar las maravillas que Dios obró en sor Consuelo. Tuvimos la dicha de palpar la comunión eclesial con la presencia de nuestro Señor Obispo, D. Abilio Martínez, recientemente nombrado por el Papa León XIV, como Obispo de Ciudad Real, y quien por primera vez visitaba nuestra comunidad; se unieron a la celebración el Postulador de la Orden Rvdo. P. Taras Yeher, 15 sacerdotes y un diácono.
Asistió también el Alcalde de Daimiel D. Leopoldo Sierra, siempre tan cercano a la Comunidad. Qué alegría la presencia de tantos familiares directos de la Venerable, (más de 50) que con gran emoción vinieron de diversas partes de España para este acontecimiento. Y tantos amigos de la comunidad, que acudieron gozosos a este gran evento. Y cómo no agradecer a otros muchos que nos manifestaron su unión y que sabemos nos han acompañado con su oración cercana, entrañable y sencillamente fraterna. Los miembros de la coral Molto Vivace, se unieron a nuestra fiesta y pudimos unir nuestras voces a las suyas a lo largo de la celebración. Todo ha contribuido a la belleza que la liturgia eucarística de por sí ya tiene y por ello se nos llenó el alma de regocijo, lo cual fue palpable para quienes asistieron a la celebración. Al final se leyó una carta del Rvdmo. P. Gregorio Colatorti, General de la Orden de los Mínimos y un testimonio de los sobrinos de Sor Consuelo, hijos de su única hermana.
Todos fueron invitados a pasar al locutorio para compartir nuevamente la alegría de este día, creándose un clima de fraternidad por la unión en Jesucristo y en nuestra hermana Sor Consuelo. Por todo, damos gracias a Dios.
La comunión eclesial que ese día palpamos es motivo de inmenso gozo para quienes nos confesamos creyentes, en medio de un mundo que intenta borrar de las mentes y de los corazones toda presencia de lo trascendente, toda huella de Dios. El creyente que así lo vive, se convierte en bendición para los demás y en gloria del Padre. Y al mismo tiempo, al sentirse bendecido, escribe, canta, proclama, exulta, comparte y se hace realidad en su vida aquello del salmo: me brota del corazón un poema bello. Estas líneas quieren expresar esta dicha que nos es común y que gratuitamente se nos concede para nuestro gozo, nuestro camino y nuestra felicidad.
La vida de nuestra hermana sor Consuelo nos impulsa a toda la Familia Mínima a permanecer fieles al Fundador y a continuar entregando nuestras vidas en servicio de la Iglesia a través de la oración, de una vida humilde, pobre y sencilla, gastándonos en dignos frutos de conversión y penitencia. Con ella alabamos a Dios por cuantos dones se han derramado en la Iglesia a través de tantas hermanas que nos han precedido. ¿Cómo no dar gracias a Dios? Es una maravilla experimentar la grandeza de la comunión, que tan bellamente nos recuerda el salmo: ¡qué dulzura, qué delicia convivir los hermanos unidos!, pues esa unión es la que se ha irradiado en esta sencilla y solemne celebración y nosotras damos gracias por ello. Es el Señor quien nos concede estos momentos, y como que no quisiéramos que se pasaran, sin embargo, la vida continúa y estos aldabonazos del Espíritu, nos llenan el corazón para seguir luchando y entregando nuestras vidas, al servicio del Reino.
A todos los que os habéis unido a nosotras os compartimos unas líneas de la homilía que nos dirigió el Señor Obispo, no son meras palabras, son la expresión de nuestro Pastor, que ha querido unirse a la Comunidad en esta fiesta memorable, son palabras que nos llegan muy dentro y sólo os pedimos que nos sigáis ayudando con vuestra oración y sincera unión, para que podamos continuar irradiando cuanto supone una vida entregada al servicio de la Iglesia desde la dimensión de la sencillez, la humildad y la penitencia cuaresmal, es decir la conversión constante de mente y corazón.
Saboreemos juntos sus palabras: La Orden de las Mínimas se conoce por esa cuaresma continua, y también por ser Mínimas, por ser la sencillez, en definitiva, por poner la confianza solamente en Dios, podemos decir que ser mínimos, ser pequeños, es porque ponemos nuestra confianza en Dios, no en nosotros, en nuestras cualidades, en las cosas maravillosas que hacemos, sino nuestra confianza solamente en Dios. Nos fiamos de Dios, porque esperamos que Dios haga algo importante en nuestra vida. Es importante que vivamos como sor Consuelo, ese ser mínimos ese poner nuestra esperanza solamente en Dios. La confianza en Dios nos facilita la vida y la plenifica porque sabemos que Él hará lo que nuestras fuerzas no pueden.
Este es nuestro deseo: acoger lenta, paciente y amorosamente, hasta el fondo del alma, cada una de estas palabras que, brotadas del corazón iluminado por el Espíritu que nos habita, nos lleve a ese encuentro con Dios y nos adentremos sin casi darnos cuenta en su Corazón. Y desde allí poder gozarnos en comunión. Es la maravilla de la Iglesia, de nuestra Madre Iglesia donde todos hemos sido convocados para caminar en comunión.
Monjas Mínimas
Rogamos comuniquen gracias recibidas a minimasdaimiel@minimas.org o por correo postal al convento de Daimiel.
Para contribuir a la Causa de Sor Consuelo:
IBAN: ES0931902048095118590222
Bizum: 676358475 (ML), concepto: sor Consuelo


